La música provee de analogías, hasta a sí misma -del pentagrama a la ejecución- , por el camino del aflojamiento. La partitura es un ideal que sólo abre algunos caminos a la interpretación, a la del músico, me refiero, auqnue estos algunos sean infinitos. Así, de toda teoría a la realidad a la que se refiere hay conexiones mucho más acomplciadas, mucho más aflojadas; pues si decimos que la semántica de la partitura es su interpretación, veremos que ésta no se puede escapar de los parámetros representados allí: tono, tiempo, compás, qué sé yo... El pentagrama no agota nuestra percepción del sonido, tal vez sí nuestra capacidad de lectura. La teoría del lenguaje o la gramática son otra cosa. En cierto modo, la escritura agota nuestra percepción de una voz imaginada; en otro sentido, agota también nuestra capacidad de lectura. Cuestión distinta es que no podamos imaginar las voces, que el libreto no sean los actores o los cantantes, etc.
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