miércoles, julio 29, 2009

El saber y sus lugares ocupados (para una teoría de las teorías veraniegas)

El país, julio de 2009, páginas 28 y 29, “La conspiración fascina a muchos”, sobre los creyentes y la creencia en conspiraciones. Un ladillo señala que “El creyente en las tramas es un tipo informado y muy preocupado”.
Seguramente, no siempre es cierto, pero es bastante cierto. Como lo es que la mayoría de las teorías conspiratorias son falsas sin más, pero alimentadas por una yuxtaposición de verdades parciales que el creyente informado exhibe y repite hasta el agotamiento de su interlocutor, quien disfrazará su ompotencia, según los casos, de reluctancia, de rendición o de ambas cosas.
Subjetiva, subjectualmente, admiraría la información acopiada y el esfuerzo consiguiente. Pero este esfuerzo puede ser el de la lectura repetida e insistente de repeticiones de la insistente teoría de la conspiración con alegres variantes, retiradas tácticas y ofensivas del t´êt cuando menos se espera. Y estas lecturas entusiásticas se hacen a favor de un bien conocido sesgo humano, el que lleva a confundir verosimilitud recibida con probabilidad, a favor de la primera y en volandas de la inadvertencia de que no hay nada menos verdadero que aquello où tout se tient.

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