Nos manifestamos contra la rebaja del insulto, contra reducirlo a un subrayado poético, bien que dudoso, del comentario o del discurso sistemático. Nos manifestamos contra quienes se asombran de que el insulto moleste u ofenda al insultado. Si tuvieran razón, no podríamos insultar, tener ese placer y luego, en su caso, pagar las consecuencias.
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