jueves, mayo 25, 2006

Autómatas y cómo hablamos

La gracia no estaba en ninguna gramática para algunos. Para otros, algunas gramáticas sí se distinguían por su relación privilegiada con el Reino de la Gracia.
Es cierto que ciertos lenguajes nos sugieren mayor limitación, nos huelen menos a eso que se llama creatividad, como si conserváramos el sentido del olfato. Pero un lenguaje tiene un alfabeto. Las letras no se parten, no se recombinan en nuevas letras.
Aparte de eso, planteado un problema, con ser capaces de que un problema se nos plantee, de ir construyendo una teoría, no es difícil que Dios se vaya convirtiendo en pura voluntad. La razón se estructura en esas teorías y algunos buscan la coexistencia de ciencia y religión: que una y otra no entren en sus recíprocos mundos ambientes. Que se ignoren. Pero claro, por el lado de la religión, eso sólo encaja con el Dios voluntad. Y si no se tiene eso, a lo que se va es al ateísmo, porque la razón de las ciencias y de la acción y el conocimiento humano va eliminando otros lugares que a la razón se le suponían. Pero lo más curioso es cuando la divina voluntad se revierte hacia el hombre y sus capacidades se pintan como voluntad sin mácula de mecanismo. Pseudoargumentos acerca de la libertad, que también apuntan a una totalización metafísica.

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