El capitán cerraba el turno de explicaciones siempre con un "Ni sí, ni no, ni todo lo contrario". Si lo contrario era lo contrario de lo anterior, encontrábamos dificultades porque tendíamos a suponer que debía ser (o no ser) contrario a cada una de las dos partes de lo que aquello constaba. Pero lo contrario de "ni sí, ni no" en bloque, pensábamos, había de contradecir también a que no juntos el sí o el no, lo que suele ser verdad y moneda siempre acertada. Sin embargo, hay aquí un pequeño agujero negro gramatical (1) porque las palabras del capitán obtenían su fuerza de la torsión de la paradoja, la cual implicaba que el tercer "ni" se bifurcase hacia los dos "nies" anteriores.
El capitán buscaba que nos introdujéramos en los intersticios. O tal vez decía "no diré nada, porque ustedes se entretienen investigando el modo de cogerme en un renuncio. Naturalmente o es sí o es no, aunque puede que sea así o puede que no".
El capitán entonces denunciaba que en la Plana Mayor sólo había ociosos y recordaba extraños casos de mensajes cifrados que alguien, algún misterioso protagonista de mejores reemplazos o promociones, había revelado como sin quererlo.
(1) "Ni sí, ni no": nop & noq; pero con nop & no nop, tenemos nop & p. Si a esto se añade lo que seguía, obtendríamos: nop & p & nono(nop & p): nop & p & (p & nop), lo que no es ni énfasis en la contradicción. Si la contradición la expandimos así: nop & p & nonop & nop, llegamos a lo mismo: nop & p & p & nop.
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