El rumor, tan biológico. Que tanto incrementa las tasas y los ritmos de reproducción de los relatos, que así alcanzan -mutación mediante- los debidos equilibrios.
El rumor, que rompe esos equilibrios porque, magníficamente performativo o quizá inane, dibuja un nuevo espacio donde el equilibrio deja de serlo para tener que definirse, de nuevo, en apenas númeras dimensiones.
El rumor, tan de Alfred Tarski. Tan igualmente verdadero si p y también si no p.
El rumor, plus ultra. O, por decirlo a lo Lightyear, to infinity and beyond.
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