Buscamos a Roberto por la llamada peatonal. La bicicleta prestada nos convierte en una estampa incongruente en el mediodía del domingo. Pero descubriremos que Roberto ha llegado a su casa tiempo ha. A la bicicleta prestada le falta una cesta delantera estilo Icíar Bollaín. A pesar de tal carencia, pedaleamos alegres. A pesar de nuestra cadencia, no podemos con los periódicos y la barra de pan, y el malabarismo constante preludiaría alguna catástrofe para contento de los despreocupados transeúntes.
Sin embargo, si consignamos estas minucias es por sus guirnaldas de carácter lingüístico. Ya hemos aludido a la circunstancia de que hemos recorrido un conjunto compacto de calles al que se denomina "la zona peatonal", denominación que no ha evitado la bicicleta. Es más, confesaremos que somos ciclistas que rehuímos las zonas no peatonales. Por otro lado, la incongruencia estilística señalada lo ha sido desde un punto de vista de nulo valor. Hemos mirado un punto desde ese punto. Algo así como el escrito que lee y rumia, solo, su autor. El malabarista que recoge sus trebejos ante un jolgorio que, como tal, es cualquier cosa menos disimulable.
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