Así planteadas las cosas, el problema de la superstición es que el razonamiento estadístico no la roza porque aquélla produce la explosión de cualquier álgebra de sucesos: cada suceso pasa a ser una multitud infinitamente significativa de detalles potencialmente esenciales, que se resuelve -en ejemplar paradoja- en la definición del más ínfimo detalle como el único que, en un momento determinado o para una larga repetición de situaciones, aporta un efecto casual que tampoco se podrá poner a prueba, porque la contrastación empírica, cualquier intento de tal, implica una nueva explosión de sucesos determinantes hasta entonces insospechados.
Tomado de Joaquín Lasdán, ¿Por qué los animales supersticiosos son mucho más racionales que los humanos supersiciosos?, Barcelona, Libros del patinete, 2009.
Tomado de Joaquín Lasdán, ¿Por qué los animales supersticiosos son mucho más racionales que los humanos supersiciosos?, Barcelona, Libros del patinete, 2009.
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