La historia, el encadenamiento de acontecimientos, lo anterior y lo posterior, los efectos y las múltiples causas, implica fijar al menos localmente unos invariantes: "Ahora hablamos de X a quien suceden tales y tales cosas, pero pasamos a hablar de Y porque el último acontecimiento...”
Pero, y olvidando la suposición de que X se mantiene X, como el lector se mantiene lector y recuerda (mal que bien) los primeros capítulos de la historia, lo cierto es que hay historias que sustituyen unos invariantes por otros y, como el navío famoso, o aún más que él, poco tienen al final de lo que tenían a su comienzo. Esto está ahora en el manual de todos los guionistas de televisión: es más, tienen prohibido lo contrario.
Tomado de André Patachou, Mis filosofías antes del desayuno, Paris, Impromptu, 2009.
Pero, y olvidando la suposición de que X se mantiene X, como el lector se mantiene lector y recuerda (mal que bien) los primeros capítulos de la historia, lo cierto es que hay historias que sustituyen unos invariantes por otros y, como el navío famoso, o aún más que él, poco tienen al final de lo que tenían a su comienzo. Esto está ahora en el manual de todos los guionistas de televisión: es más, tienen prohibido lo contrario.
Tomado de André Patachou, Mis filosofías antes del desayuno, Paris, Impromptu, 2009.
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