sábado, julio 21, 2007

Dónde van las ridículas iluminaciones

Leo a la hora de la siesta. Dormito tal vez. Sostengo el libro. Pasa algún tiempo. Recuerdo (lo recordaba entonces; ahora estoy recordando ese recuerdo) que he pensado en algo no del todo irrelevante, una ocurrencia que tal vez merezca el ascenso a una más ilustre categoría noemática. Pero he olvidado tan memorable contenido de mi conciencia, si bien juraría que era de "naturaleza verbal".
Ya señalé que estaba medio dormido. Concluyamos que se trataba de la sombra de una rosa. Del maguillo de un paraíso en sueños.

No hay comentarios: