En un caso más de la realidad imitando a la realidad, hemos sabido que el ya ex gobernador de Nueva York ha contratado, con la constancia del mejor de los clientes y la inflexibilidad del más fiel de los obsesos, los servicios de “prostitutas de lujo” o alternativamente ”se ha visto implicado en una red de prostitución de lujo”, creo que así dicho sobre todo en España y no tanto en América. Pero no tengo muy claro a qué se apunta y a qué se atina con “prostitutas de lujo” en lugar del mero “prostitutas”. En otras palabras, no se qué valor se le da al dinero en los amenos relatos -de siempre provechosa enseñanza- que nos dan a conocer los ocios de las clases acomodadas. Eufemismo o disfemismo, atenuante o agravante, o todo al revés según se mire. Se trata, en cualquier caso y según parece, de una mercancía que hace olvidar rápidamente el precio y -a algunos- el mismo intercambio monetario: el fetichismo del valor de uso, algo que a los tacaños nos parece una aberración
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