Conversaciones que convergen como el agua en el lavabo a sólo alternarse en la petición de turno y en la interrupción prostestada y especular. En cierto modo, todo lo contrario de lo que sucede en la conversación en inglés y en los lavabos de El Crack. Se dice lo mismo, pero es otra cosa. Y es lo mismo, porque cerca del sumidero -ya hayamos casi tentado el rebosadero- no tenemos otra cosa que decir.
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