El espacio exige ejes y los ejes buscan la ortogonalidad con esfuerzos tantas veces condenados al peor de los fracasos, que es el fracaso relativo. Cuando se habla del espacio en el que las lenguas se desarrollan, uno puede estar seguro de que es sólo metáfora porque uno no sabe qué será ese espacio fuera de la proyección que puede manejar. Pero una metáfora es el descubrimiento de dos ejes que no son ortogonales y no son el mismo. Por eso, el mismo planteamiento del asunto incrementa el espacio del lenguaje.
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