Si las lenguas crecieran por introducción (por insaculación, como si dijéramos según se verá) de nuevos términos, hablaríamos haciendo uso del saco del que hablaba Swift. Pero al sacar una cosa, o una palabra, del saco, nos salen siempre no sabemos cuántas enganchados a la primera. Y eso si todo funciona bien y no nos confundimos con la primera de las cosas o las palabras que bullen o se enroscan dentro del saco.
Saber de qué estamos hablando es limitar el número de veces que se enroscan unas colas de las sabandijas del diccionario con las patas de otras. Pero casi nunca sabemos de qué estamos hablando y hablar se parece peligrosamente a jugar al bingo.
Saber de qué estamos hablando es limitar el número de veces que se enroscan unas colas de las sabandijas del diccionario con las patas de otras. Pero casi nunca sabemos de qué estamos hablando y hablar se parece peligrosamente a jugar al bingo.
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