Los errores de traducción son fundamentalmente errores insistidos y, claro, dejan de serlo. A veces, hasta con razón. Para que nos entiendan. Por ello, cabe suponer que muchos traductores sorprendidos en error, prefieren no serlo también en inconsistencia y la sostienen, porque los argumentos, y en especial los que mueven a enmienda, son fatigosos.
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