Interpretar es algo que, contra lo que suele decir, siempre acabamos. En último término, para eso está la muerte. Somos seres para no interpretar indefinidamente. Podemos aventurar una mente infinita e inmortal de una variedad que no fuera lo que se dice omnisciente in actu exercito y que fuera espejo de Derridas, sabedor de la infinitud y sus tertulias -ella misma para empezar-, pero complicando las interpretaciones, difiriendo in ictu oculi.
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