Una retórica que se edifique sobre el principio de razones en exceso. Y así, en plural. Pues del mismo modo que todo hecho ha de tener una razón, las razones derramadas (1) señalan una sospecha que contamina los discursos con la celeridad de una explosión demográfica.
De ahí que una buena y necesaria de las primeras lecciones sea la de no justificarse demasiado, no explicar de más los porqués y ni acaso los cómos. No voy a extenderme.
(1) Las razones, como los hechos, no son contables ni incontables, pero es difícil evitar el bosquejo de las correspondencias, el rasero de las suficiencias.
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