Tenemos un grupo de votantes que conocen la lengua B y tenemos una oración en el idioma A. Se toma otra en lengua B de longitud no del todo disimilar en número de palabras (en la medida en que las dos lenguas permitan identificar éstas u otras unidades comunes) y se propone como traducción de la primera.
Se altera ligeramente esta traducción también al azar (por ejemplo, en una o dos palabras) y se somete a votación cuál de las dos es mejor traducción. Se toma la ganadora y se altera igualmente al azar, con igual ligereza, etc.
Alternativamente, se toma un gran número de oraciones en lengua B. Se pide al grupo de votantes que señalen en dichas oraciones (mediante subrayado u otro procedimiento similar) la parte (dígase que en torno a un décimo de la longitud) que, a su juicio, fantasía o arbitrio, merezca ser conservada como traducción de aquella oración original en A. Combínense las partes más votadas. Prosígase.
No otra cosa sucede con el éxito final de expresiones en pugna con otras, vengan de otra lengua o se asomen de algún cacumen para siempre anónimo. Mercados que propenden a la multiplicación de las especies sólo para la posterior ruina de la mayoría. La selección natural es menos cruel que las lilas y la muerta tierra con sus algoritmos voraces. El mercado de las lenguas mismas, en cambio, suele estar más intervenido y, además, no se sabe muy bien quiénes serían los agentes en tal metáfora.
Se altera ligeramente esta traducción también al azar (por ejemplo, en una o dos palabras) y se somete a votación cuál de las dos es mejor traducción. Se toma la ganadora y se altera igualmente al azar, con igual ligereza, etc.
Alternativamente, se toma un gran número de oraciones en lengua B. Se pide al grupo de votantes que señalen en dichas oraciones (mediante subrayado u otro procedimiento similar) la parte (dígase que en torno a un décimo de la longitud) que, a su juicio, fantasía o arbitrio, merezca ser conservada como traducción de aquella oración original en A. Combínense las partes más votadas. Prosígase.
No otra cosa sucede con el éxito final de expresiones en pugna con otras, vengan de otra lengua o se asomen de algún cacumen para siempre anónimo. Mercados que propenden a la multiplicación de las especies sólo para la posterior ruina de la mayoría. La selección natural es menos cruel que las lilas y la muerta tierra con sus algoritmos voraces. El mercado de las lenguas mismas, en cambio, suele estar más intervenido y, además, no se sabe muy bien quiénes serían los agentes en tal metáfora.
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