Con las colocaciones pasa una cosa curiosa y es que con ellas descubrimos una intuición de la que carecemos cuando manejamos otros materiales. Tenemos un vocabulario de cuatro palabras, a, b, c y d. Supongamos que la palabra a aparece en la cadena “ab” el 75% de las veces que la primera aparece. Esto es, que la probabilidad de “ab” dado “a*” es la dicha. Naturalmente, la frecuencia de “ab” dado “*b” es cuestión distinta y se necesitan otros datos más para calcularla y no basta la información conocida.
Sin embargo, los hablantes son bastante hábiles para distinguir el caso en que la palabra dada es muy infrecuente de cuando es muy frecuente. Esto es, sin instrucción especial, la mayoría de los hablantes aventuraran razonablemente que la W de “W. Shakespeare” es de William, pero no harían similar apuesta con la S de “William S.”.
Es probable que nuestra intuición sea mucho mejor en este terreno que en otros donde se plantean situaciones análogas. Seguiremos informando.
Sin embargo, los hablantes son bastante hábiles para distinguir el caso en que la palabra dada es muy infrecuente de cuando es muy frecuente. Esto es, sin instrucción especial, la mayoría de los hablantes aventuraran razonablemente que la W de “W. Shakespeare” es de William, pero no harían similar apuesta con la S de “William S.”.
Es probable que nuestra intuición sea mucho mejor en este terreno que en otros donde se plantean situaciones análogas. Seguiremos informando.
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