Al igual que sucede con la percepción nuestra apreciación de los números es logarítmica. 85000 es 8500 más k. Y lo mismo pasa con los inversos que proclaman las desobedecidas probabilidades de la lotería (desobedecidas no por el determinado bombo, sino por los asiduos de los administraciones de loterías y otros conventillos). Así, conclúyese desde hace tiempo que la utilidad progresa logarítmicamente, que San Petersburgo se compra por un estilo. Que no nos ha tocado nada.
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