El final de la liga invita a los correspondientes ejercicios de cálculo de probabilidades y a los no menos pertinentes de lógica de enunciados. Por lo que se refiere a los segundos, un tercer ejercicio es el de comparar las formulaciones precisas con las rendiciones periodísticas. Si éstas son redundantes, la redundancia procede de la búsqueda de la relevancia, de la facilidad de procesamiento, dentro de una cierta economía. Supongamos que somos buenos para equilibrar gasto y redundancia. Siendo correctos, claro.
Si lo somos, esa capacidad nuestra podría ir en detrimento de la de obtener estimaciones intuitivas de las probabilidades. Lo que sucedería si asignamos probabilidades iguales a cada elemento disyuntivo de la prótasis del condicional que nos solemos plantear, de forma más o menos espontánea. Olvidémonos de los empates y asignemos un cincuenta por ciento de probabilidad de triunfo a cada equipo. Pero si de dos partidos contemplamos sólo tres de las cuatro combinaciones posibles (partidos independientes, eliminamos los empates por simplificar, que comienzan a la misma hora,…, jé), las tres que conducen a cierto resultado, en lo que se refiere a nuestra imaginada asignación equiprobabilística, estaremos tentados de asignar un tercio de probabilidad a cada caso en lugar de un cuarto.
No nos interesa aquí el error. Seguramente no llegará a cometerse. No pretendemos que el sujeto considere la prótasis una representación del suceso seguro. La hipótesis cognitiva que se nos antoja es que nos olvidamos de ciertos casos porque no aparecen en el primer término del condicional. De otra manera, puede que no del todo equivalente, la prótasis explícita oscurece el conjunto complementario de sucesos. Insistimos, el error procedería de tratar cuestiones probabilísticas -no formal, no académicamente, sino en el terreno de la intuición no adiestrada- sobre el correlato intuitivo de la lógica de enunciados.
Si lo somos, esa capacidad nuestra podría ir en detrimento de la de obtener estimaciones intuitivas de las probabilidades. Lo que sucedería si asignamos probabilidades iguales a cada elemento disyuntivo de la prótasis del condicional que nos solemos plantear, de forma más o menos espontánea. Olvidémonos de los empates y asignemos un cincuenta por ciento de probabilidad de triunfo a cada equipo. Pero si de dos partidos contemplamos sólo tres de las cuatro combinaciones posibles (partidos independientes, eliminamos los empates por simplificar, que comienzan a la misma hora,…, jé), las tres que conducen a cierto resultado, en lo que se refiere a nuestra imaginada asignación equiprobabilística, estaremos tentados de asignar un tercio de probabilidad a cada caso en lugar de un cuarto.
No nos interesa aquí el error. Seguramente no llegará a cometerse. No pretendemos que el sujeto considere la prótasis una representación del suceso seguro. La hipótesis cognitiva que se nos antoja es que nos olvidamos de ciertos casos porque no aparecen en el primer término del condicional. De otra manera, puede que no del todo equivalente, la prótasis explícita oscurece el conjunto complementario de sucesos. Insistimos, el error procedería de tratar cuestiones probabilísticas -no formal, no académicamente, sino en el terreno de la intuición no adiestrada- sobre el correlato intuitivo de la lógica de enunciados.
Situaciones bayesianas que ya hemos comentado y que se facilitarían al asimilar el condicional con la representación de los esquemas de causa y efecto. Hacía bien el nen en limitarse a functores más simples, y que gane fuera el Betis y el Barça en casa. Vale que.
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