lunes, enero 22, 2007

Me he levantado chomskiano con esta mañana

Si pudo Ramón Irigoyen escribir de una mañana que se había levantado (él, no la mañana) medieval, hoy la mañana y yo nos hemos levantado chomskianos. Que yo me levante chomskiano es un poco lo de menos. Que se levante la mañana y no lo haga por analogía es cuestión más ardua de explicar, pero a ello dedicaremos una pocas líneas pues la ocasión bien lo merece.
La mañana del día de hoy ha optado por seguir fiel a su costumbre y se ha figurado que las cosas suceden por las determinaciones plurales, patentes o latentes, de costumbre; pero igualmente se ha figurado que también suceden en virtud de una mecánica propia, por un encadenamiento necesario de los acontecimientos ajeno hasta cierto punto a la naturaleza específica de aquéllas. Esta autonomía de los sucesos es puramente fenoménica y, en este sentido, el chomskianismo de la mañana es pura ilusión espúrea y hasta antichomskianismo.
Es posible que mi chomskianismo de esta mañana, ahora que lo pienso, sea de la misma naturaleza. La gramática que se nos antoja abstracta, ajena al procesamiento y a otros módulos y capacidades, es puro fenómeno para unos sujetos con un entrenamiento o malformación particular que les lleva a descubrir epiciclos and derivations that clash by night que puntúan altos en una teoría macarrónica de la simplicidad, y eso pese a su proverbial inestabilidad. Del paraíso de Chomsky, del que se van algunos con tal gracia, a otros -por decirlo engagé enragé- no nos moverán.

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