Un pronombre indefinido puede utilizarse contumazmente al modo de un nombre propio: "Alguno está buscando una hostia", con perdón. Nótese que el efecto performativo pasa por la autoidentificación del merecedor. Existe una paraironía en el uso certero del indefinido, que aparece cuando más que una constatación existencial (no necesariamente singular), se tiene una fijación del referente que pervive a lo largo del discurso.
De modo similar, ciertos sustantivos de significado relativo pueden absolutizarse. Un ejemplo es el de verdad. Otro muy curioso es el de independencia. O el de hijo. No se convierten necesariamente en constantes en un discurso. Adquieren un estatuto místico por hipostasiado. Piénsese en el Padre en cierta literatura psicoanalítica, aunque allí sigue habiendo hijo. Curiosamente también, por vía tropológica se pueden producir hipóstasis; no por una precisión semántica, sino por, justamente, una inmersión absoluta en la indefinición.
De modo similar, ciertos sustantivos de significado relativo pueden absolutizarse. Un ejemplo es el de verdad. Otro muy curioso es el de independencia. O el de hijo. No se convierten necesariamente en constantes en un discurso. Adquieren un estatuto místico por hipostasiado. Piénsese en el Padre en cierta literatura psicoanalítica, aunque allí sigue habiendo hijo. Curiosamente también, por vía tropológica se pueden producir hipóstasis; no por una precisión semántica, sino por, justamente, una inmersión absoluta en la indefinición.
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