En lugar de tomar un instrumento de eficacia probada y manejo simple -hecho a la mano-, una máquina elemental, una caja, una flecha o un árbol, tomemos para la metáfora algo raro y suficientemente complejo. Que ignoremos no ya cómo funciona sino también qué es y qué hace. Pongamos por caso una bomba de calor. La metáfora de la bomba de calor. Pero como todos podemos acabar sabiendo qué es (conceptualmente digamos) o para qué sirve, la metáfora aparece independientemente de todas las bombas de calor del mundo con sus complejidades y rarezas. La metáfora triunfa, como la metáfora del delco, aunque en este momento no me acuerdo muy bien de qué iba ésta ni de si los coches siguen teniendo delco, o polvos de delco.
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