El principio de procrastinación nos explica lo que es un principio dejado a sus anchas. Mera retórica o, mejor, tópica. Sin embargo, la procrastinación nos regala también con un bonito aire de mínima acción. No hagas nada si no hay otro remedio, donde no hacer nada se ha de referir a determinado subconjunto de las operaciones o mudanzas que se han de producir, mientras otras son las que no cambian nada, el curso normal de las cosas, la línea recta a velocidad constante y todas esas cosas. Puede darse, con todo, una lectura absoluta del principio de procrastinación absoluto que no carecería de cierta gracia. Si se tratase de optar siempre por la operación de menor coste, deberían compararse en su coste al menos algunas acciones u operaciones dígase que localmente, lo cual tiene un coste. Eliminamos tal comparación y pongamos mejor que se trataría de repetir lo que se acaba de hacer, a no ser que no haya otro remedio. Por no hacer mudanza en su costumbre o, como diría Chomsky, en tiempos de derivación, no hacer mudanza.
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