Los verbos y su plenitud. Se nos muestran siempre con sus poblaciones de argumentos virtuales si no son expresados: “¡come!”, “¡di!”, “¡confiesa!”.
Sin mayor problemas acuden los argumentos que faltan. Nunca faltan, sobran. Y tantas veces en su debido o referido lugar, aunque no siempre, lo que procurará los consabidos equívocos. Obsérvese que nuestros ejemplos han ido por el modo imperativo. Si falta la imaginación, se imponen los argumentos últimos.
Sin mayor problemas acuden los argumentos que faltan. Nunca faltan, sobran. Y tantas veces en su debido o referido lugar, aunque no siempre, lo que procurará los consabidos equívocos. Obsérvese que nuestros ejemplos han ido por el modo imperativo. Si falta la imaginación, se imponen los argumentos últimos.
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