Fantasear un formalismo -incurramos en la peculiar transitividad de los pedagogos- y toparse con inconsecuencias como callejones convexos e impenetrables, que dice cuando se mete a formalista de fin de semana y sustituye paréntesis por corchetes y el asterisco por la arroba. Todo el ordenador es ya la papelera del ordenador. Fantasear muchos comienzos y no llegar siquiera a esos vanos comienzos que se llaman teorías, modelos, monumentos perennes.
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