viernes, junio 01, 2007

La ley del lenguaje

A propósito de un asesinato, el periodista afirma en su crónica:

... fue testigo directo de cómo el presunto agresor inició su ataque a la víctima.

Del testigo sabemos su nombre y de todos los testigos visuales directos de una agresión sabemos que, al menos en condiciones fácilmente especificables, ven al agresor. Nótese cómo la expresión "presunto agresor" se utiliza (y lo decimos en mera semántica) porque previamente el periodista había dado también el nombre y las circunstancias del asesino y éste es el sujeto del derecho a la presunción de inocencia. Sin embargo, los humanos no podemos ver una agresión realizada por el presunto agresor que protagoniza la misma.
Ciertamente, aquí puede discutirse el juicio, la perspectiva, la pertinencia de la categorización del testigo y otras cuantas películas. En esa mera semántica que es a lo que vamos, lo interesante es comprobar cómo la noticia previa sobre la identidad del, en este caso, detenido lleva a una calificación ("presunto") que no correspondería a una denominación oblicua en un contexto como el citado. Insistimos en que no es cuestión legal. Compárese con el siguiente caso: Alfa sabe que Gamma es AB+ y Beta no lo sabe. No es lo mismo decir "Beta vio a un AB+ cometer un delito" y "Beta vio a Gamma cometer un delito". Beta puede contestar positivamente a la pregunta "¿Vio a Beta cometer un delito?", pero debe guardar un prudente silencio o pedir aclaraciones (como si fuera el lector) ante la pregunta acerca de si vio a un AB+ cometer un delito.
Naturalmente, la relación de un sustantivo como "agresor" con un adjetivo como "presunto" es más comprometida porque, por así decir, éste cuestiona a aquél. De otro modo, carecer de información acerca del grupo sanguíneo de Gamma no hacía que éste dejase de ser Gamma. Es más, que lo sea es porque, de ese grupo o de otro, seguiría siendo Gamma. Putativamente al menos, pero eso es otra historia.

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