El asunto de la letra para el himno nacional nos proporciona la ocasión de contemplar el funcionamiento de un motor retórico de alto rendimiento. La propuesta erige todos los templos de la memoria en todos los lugares, agota el álgebra correspondiente y funge de ping-pong temático. Brotan los vindicadores de Pemán, los asilados en la sempiterna topicalia hispanodisidente; los cantonalistas florecen hediondillos y los que no quieren molestar con sus abulias se andan. Ya se ha dicho todo y más porque no nos hemos enterado.
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