Con la sensibilidad notabilísima de la niñez nacional católica, tan aficionada a la casuística catecismal o catecísmica, distinguíamos bien cuándo las mismas palabras -o la misma palabra de cuatro letras- eran incluso expresión de piedad indubitable y cuándo blasfemia, que es un reverso performativo de esa piedad.
Y es que la entonación nos acerca a las intenciones con la certeza de lo negro sobre blanco. Por eso, al leer una obra de teatro, el lector hábil descomprime y completa un texto del que falta una información clave. Y si lo hace, es porque no falta y el texto dramático obra a favor de otras redundancias, las cuales pueden variar según el público lector o el director de escena, lo que no deja de ser un problema para la casi siempre contundente teoría de la información.
Y es que la entonación nos acerca a las intenciones con la certeza de lo negro sobre blanco. Por eso, al leer una obra de teatro, el lector hábil descomprime y completa un texto del que falta una información clave. Y si lo hace, es porque no falta y el texto dramático obra a favor de otras redundancias, las cuales pueden variar según el público lector o el director de escena, lo que no deja de ser un problema para la casi siempre contundente teoría de la información.
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