El puntillo que alarga, si impreso a la derecha de su representación, en la mitad de su valor la medida de la nota luce y lexicaliza –valga el oxímoron–, por razones visuales, tipográficas, un sufijo que no se corresponde con su valor temporal. De donde conviene desconfiar del léxico que, si en ocasiones icónico, frecuentemente se acuña y se recibe por mala idea y pensando en las torpes sinestesias del escaso oyente.
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