Al elegir en las preferencias de algunos programas informáticos la lengua española se presentan fallos que no aparecen, por ejemplo, en la versión inglesa. Supongamos que el modo en que la lengua está engranada en el hablante es la misma en que la traducción y la localización de los mensajes escritos en el programa. Esto se llama funcionalismo ingenuo, pero a lo mejor somos máquinas de esa clase.
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