Nos encontramos tanto tiempo después y sus muy primeras palabras reanudaban de golpe y sin prolegómenos la conversación de hacía siete meses o siete años. Esto es un hecho, pero tampoco lo es, porque esa conversación o su aparato de intenciones, previsiones, contestaciones previstas y en preparación, no había dejado de bullir durante esos siete meses o esos siete años. No se había interrumpido. Esto, por lo que hace a mi amigo. Ahora también por lo que a mí respecta, pero como venido de no sé aún dónde.
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