Recuerdo el prestigio y el empaque con que el libro de texto de Lengua Española de tercer curso anunciaba que existían los tiempos verbales y, a modo de ilustración, desplegaba el pretérito indefinido y el imperfecto de indicativo de un verbo que podía ser estudiar.
Recuerdo que no sentí algo así como que hablaba en indefinido sin saberlo. Más bien creo recordar que aquello me pareció algo ajeno y misterioso, propio de sabidurías inalcanzables, valga la redundancia. Ni siquiera pensaba que uno pudiera oír ni decir muchos pretéritos, que el asunto se refiriera a vulgares palabras.
Recuerdo que no sentí algo así como que hablaba en indefinido sin saberlo. Más bien creo recordar que aquello me pareció algo ajeno y misterioso, propio de sabidurías inalcanzables, valga la redundancia. Ni siquiera pensaba que uno pudiera oír ni decir muchos pretéritos, que el asunto se refiriera a vulgares palabras.
1 comentario:
Resumiendo: el indefinido era el corto/corto, de un solo golpe; el imperfecto era también corto, pero como durmiéndose un poco. Ninguno de los dos pintaba gran cosa en nuestras vidas, la verdad :-)
Publicar un comentario