Es el caso de condiciones. Véase "colaboración sin condiciones". La preposición ya sirve para hacer pensar en condiciones que son caprichos, aprovechamientos partidistas, antojo y en las ruedas palos, que decía el coplero. Pero "condiciones" también podría referirse a cualquier cosa, a lo esencial o a lo esencial de lo contrario, a la desvirtuación o a la defensa del objeto de la colaboración o cooperación. De hecho, se produce una suerte de hipálage o enálage lógica, esto es, que tiene que ver con la distribución desvíada de los argumentos y no con con la de las variables predicativas. Como colaboración es una función con al menos tres argumentos, si no se dice en qué o para qué se colabora, el hueco del argumento se mueve hacia condiciones, pero una vez producido este fenómeno, la palabra condición contrataca con su connotación antes aludida.
Con una expresión como "rendición sin condiciones" se da un fenómeno de la misma naturaleza. De por sí lleva la marca de una cierta redundancia, pero suele ir acompañada de una relación de condiciones que definen el modo en que se ha producido o se ha de producir. En conjunto, resulta más que una constante semántica que porta (esperemos comprensión de Willard) un significado cerrado, un útil comodín que pueda servir para excluir determinado género de condiciones que, por otra parte, a veces permanecen en nebulosa.
De hecho, hemos oído a Gabriel Elorriaga hablar de "colaboración sin reservas", seguramente en busca de una expresión menos minada. Además "reservas" apunta a la actitud o conducta del otro cooperante y, aunque con una suavidad y maneras que honran al político vasco, coloca a aquél bajo los exigibles focos, donde tendrá ocasión de mostrar el rigor de sus proyectos y la templanza de su acciones.
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