Como a los idiomas, parece que a los ministros de economía y a sus oponentes cuando van a debatir se les pide que no cuesten esfuerzo. Es un vicio de nuestra democracia y de nuestro sistema educativo. De facilitar la comprensión, se pasa a proponer que, en lugar de las cosas importantes, se enseñen sólo las que se aprenden sin problemas.
Esto es, tenemos quien nos dice qué es importante y le hacemos caso.
Esto es, tenemos quien nos dice qué es importante y le hacemos caso.
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