Si la facultad del lenguaje puede verse bajo la especie de la arquitectura, la proferencia de interjecciones se mueve lejos de la planta basilical y se acerca peligrosamente a las técnicas de demolición. Sin embargo, esas demoliciones se hacen siempre pensando en una recalificación de la sintaxis, con adjetivos, sustantivos, verbos y adverbios en ocasiones de protección oficial. Por seguir con la broma, más que de arquitectura del lenguaje, deberíamos pensar que hablamos como el que arrasa un solar para construir con los escombros. lo que suena muy a lo Lévi-Strauss, by the way.
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