martes, diciembre 12, 2006

Grafo

Las redes de las palabras y sus improbables islas, pero es seguro que en el mapa nos quedan masas rocosas volando por los aires, sus amarras más bien débiles.
Por lo que se refiere a las terminologías, las relaciones que mecánicamente han de heredar los términos de los conceptos de las teorías probablemente acaben siempre por manifestar alguna querencia hacia terrenos de mayor fantasía: Por procedimientos distintos. Cuando el crecimiento de la terminología está pautado, será por el exceso. Así, en la química orgánica cuando un nuevo nombre es un prodigio de longitud y detalles, dando la apariencia de una partitura que alterna ligaturas y staccati. Como la longitud mínima de las palabras es 1 letra, a los nuevos términos no les queda sino crecer: o en un número palabras (como en la informática) o en letras de la palabra: la química orgánica.
La química orgánica nos ilustrará también sobre el procedimiento contrario. Cuando aparece algo nuevo, suele triunfar un nombre que nos remite a otros ámbitos: fullereno, que a su vez puede crecer -por el imperativo de la especificidad- con Cs, subíndices, guiones y todo el arsenal de la IUPAC.

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