Tiempo sin atravesar el éter y otras esencias tan rígidas como imposibles, sin percatarme de la singularidad retórica de tan consuetudinarias expresión y realidad. Las redes inalámbricas, al implicar la materia sutil de las ondas hertzianas, se aproximan a la metáfora de la red en sociología y otras disciplinas que nos recuerdan a la gelatina. Propondríamos que no hay otra red que ésa. Que no hay otra cosa que esa red. Incluso nos decantaríamos por el misticismo obsesivo de lo digital frente a lo analógico, que a algunos es lo que les parece más místico, pero sólo según qué días.
No hay comentarios:
Publicar un comentario