Adolescentes inauditos y perpetuos, mirarían a sus padres como ahora los adolescentes miran a sus padres. Entonces su plataforma de pronombres y anáforas fue lo que les bastaba para la conciencia de algo inexplicable, pero perfectamente natural . Años antes, por fin habían sido los suficientes para que se desencadenase el primer criollo, la lengua del Paraíso, que -como después se ha visto- tampoco era para tanto.
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