No con los vales o con primeros fascículos, hoy El país nos regala y masajea con un hermoso título, el que lleva un artículo firmado por Llorenç Martínez y que se encontrará en la página 26 o aquí: Huellas dactilares digitales, en negrita como la misma tipografía titular del diario.
Curiosa suerte la de las palabras y sus ramificaciones, las historias de sus formas y las de los significados que (Quine nos valga) acogerían. Imaginemos un mundo posible (Quine válganos otra vez) donde hubiéramos de decir: Huellas digitales dactilares para decir lo mismo (--> ! <--).
Imaginemos, lo que es más serio, un mundo donde para decir lo primero hubiera que decir lo segundo, pero donde dactilar y digital significasen lo que suelen significar. Esto es, un mundo donde un coche grande pequeño fuese un coche grande entre los coches pequeños, o sea, un coche pequeño grande. Lasnik, Uriagereka, Lebeaux, Ernst -según parece- sacaron partido de tal preferencia sintáctica. Monotonía de las declinaciones tras los cristales.
Curiosa suerte la de las palabras y sus ramificaciones, las historias de sus formas y las de los significados que (Quine nos valga) acogerían. Imaginemos un mundo posible (Quine válganos otra vez) donde hubiéramos de decir: Huellas digitales dactilares para decir lo mismo (--> ! <--).
Imaginemos, lo que es más serio, un mundo donde para decir lo primero hubiera que decir lo segundo, pero donde dactilar y digital significasen lo que suelen significar. Esto es, un mundo donde un coche grande pequeño fuese un coche grande entre los coches pequeños, o sea, un coche pequeño grande. Lasnik, Uriagereka, Lebeaux, Ernst -según parece- sacaron partido de tal preferencia sintáctica. Monotonía de las declinaciones tras los cristales.
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