Construir ontologías es como erigir palafitos. El software nos sitúa en un reino de grafos flexibles y de recorridos como patas de arañas levemente amenazadoras. Pero las ontologías se hunden en la promisoria turbidez de las aguas del Leteo. En la pantalla los grafos aletean. No aleteyan como los ojos de colibrí, lo cual no es ningún inconveniente pues ya se sabe que la filosofía de Heidegger, así sea gallumbácea, tiene ojos de serpiente. Y en cuanto a la técnica, siempre podremos citar a Forges: "¡Cáspita!¡Se ha roto el módulo!"
PS: Chumy Chúmez nos reveló que el citado filósofo era un pobre poor rider.
PS: Chumy Chúmez nos reveló que el citado filósofo era un pobre poor rider.
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