De su niñez recuerda que la expresión le pareció impertinente. Entiéndase: tuvo ya la suerte de otros años, con bocadillos mejores que los de antes de la guerra. Nada que ver con los duros años. Pero esas palabras le sonaban distintas si pronunciadas por su padre, si pronunciadas por su abuelo. Y si es el caso cierto que la expresión naciera después de la Guerra de 1936, la vieron nacer un niño y un adulto con un recorrido ya muy largo. Cosas distintas, experiencias y recuerdos distintos.
Pues la permanencia de la expresión lo era de cosas y vidas ya muy distintas (si la palabra "acquaintance" significase otra cosa: "Should auld acquaintance be forgot and days of auld lang syne?", y aun con su significado propio). Otros sólo podíamos y debíamos imaginar. Y preguntar los muy bordes "de qué guerra me habla usted esta mañana, mi delicado"). Pero es cierto que esa expresión en la vida exaptativa del lenguaje podría valer para cualquier guerra y revivir con los brazos de la imaginaria la Edad de Oro y lo mío de los dos.
Bienvenidos a la vida de, pongamos, las expresiones idiomáticas, que sobrevuelan la anchura infinita del sentido y la memoria. Seguimos comiendo bocadillos de los de antes de la guerra. Evocación o profecía.
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