El copista es un canal por el que se hace llegar un mensaje de una superficie, papiro, papel o pergamino a otro. Qué codificación adquiere el mensaje, los trazos que edifican un alfabeto, del ojo a la mano del copista es cuestión que puede hacernos incurrir en dislates más que notables. Las ineludibles filosofías de la representación nos hablarán de la tabula intermedia en que el copista puede también introducir algún error. Pero cuesta trabajo pensar en el copista como un canal sin más, y es que es mala aproximación. Aunque los errores pueden modelizarse como consecuencia de un ruido absolutamente aleatorio, en no pocos casos conviene hacerlo como resultado de la interpretación que el copista hace. Estamos ante un canal con esclusas exclusivas o inclusivas.
La interpretación consiste en una serie de operaciones que se hacen con el mensaje y con otro mensaje que procede de otro lado. La interpretación puede también venir a descontaminar el mensaje de un ruido que lo ha estropeado o borrado parcialmente. Por otro lado, la redundancia facilitará una mejor transmisión o copia, la redundancia que comienza desde los niveles grafemáticos y fonológicos y pasando por los sintácticos llega a los semánticos. Sin embargo, la interpretación trabaja con dos estructuras, el mensaje que se transmite y ese otro del que ya hemos hablado.
Preguntaron al griego qué fue lo discutido
y lo que aquel romano le había respondido:
"Afirmé que hay un Dios y el romano entendido
tres en uno, me dijo, con su signo seguido.
"Yo: que en la mano tiene todo a su voluntad;
él: que domina al mundo su poder, y es verdad.
Si saben comprender la Santa Trinidad,
de las leyes merecen tener seguridad."
Preguntan al bellaco por su interpretación:
"Echarme un ojo fuera, tal era su intención
al enseñar un dedo, y con indignación
le respondí airado, con determinación,
que yo le quebraría, delante de las gentes,
con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes.
Dijo él que su yo no le paraba mientes,
a palmadas pondría mis orejas calientes.
"Entonces hice seña de darle una puñada
que ni en toda su vida la vería vengada;
cuando vio la pelea tan mal aparejada
no siguió amenazando a quien no teme nada".
Las redundancias son plurales. O corrigen los errores, o los multiplican. Conviene elegir bien el marco de cada mensaje, incluso para su transmisión. El copista o el heraldo no están en condiciones de calcular la entropía mutua de dos estructuras. De perseguir la franja más eficaz y que menos distorsione, como suelen distorsionar los humanos, los mensajes y las señales meras. Averroes lee la Poética. Podemos pintar el problema bajo el tópico de la irreductible diferencia e inconmensurabilidad de hombres y culturas (Gavagai) o bajo el opuesto tópico de la unidad de la naturaleza humana. Llegar así a concluir la vaciedad de la retórica, como si esa unidad no fuera el conflicto: Lee Marvin y Toshirô Mifune debatiendo en el Pacífico sobre las paradojas de la traducción. De los errores hacer semillas. Colón errando en sus cálculos de longitud.
La interpretación consiste en una serie de operaciones que se hacen con el mensaje y con otro mensaje que procede de otro lado. La interpretación puede también venir a descontaminar el mensaje de un ruido que lo ha estropeado o borrado parcialmente. Por otro lado, la redundancia facilitará una mejor transmisión o copia, la redundancia que comienza desde los niveles grafemáticos y fonológicos y pasando por los sintácticos llega a los semánticos. Sin embargo, la interpretación trabaja con dos estructuras, el mensaje que se transmite y ese otro del que ya hemos hablado.
Preguntaron al griego qué fue lo discutido
y lo que aquel romano le había respondido:
"Afirmé que hay un Dios y el romano entendido
tres en uno, me dijo, con su signo seguido.
"Yo: que en la mano tiene todo a su voluntad;
él: que domina al mundo su poder, y es verdad.
Si saben comprender la Santa Trinidad,
de las leyes merecen tener seguridad."
Preguntan al bellaco por su interpretación:
"Echarme un ojo fuera, tal era su intención
al enseñar un dedo, y con indignación
le respondí airado, con determinación,
que yo le quebraría, delante de las gentes,
con dos dedos los ojos, con el pulgar los dientes.
Dijo él que su yo no le paraba mientes,
a palmadas pondría mis orejas calientes.
"Entonces hice seña de darle una puñada
que ni en toda su vida la vería vengada;
cuando vio la pelea tan mal aparejada
no siguió amenazando a quien no teme nada".
Las redundancias son plurales. O corrigen los errores, o los multiplican. Conviene elegir bien el marco de cada mensaje, incluso para su transmisión. El copista o el heraldo no están en condiciones de calcular la entropía mutua de dos estructuras. De perseguir la franja más eficaz y que menos distorsione, como suelen distorsionar los humanos, los mensajes y las señales meras. Averroes lee la Poética. Podemos pintar el problema bajo el tópico de la irreductible diferencia e inconmensurabilidad de hombres y culturas (Gavagai) o bajo el opuesto tópico de la unidad de la naturaleza humana. Llegar así a concluir la vaciedad de la retórica, como si esa unidad no fuera el conflicto: Lee Marvin y Toshirô Mifune debatiendo en el Pacífico sobre las paradojas de la traducción. De los errores hacer semillas. Colón errando en sus cálculos de longitud.
No hay comentarios:
Publicar un comentario