Joan Garí (El país, 22 de abril de 2006, pág. 17, “Ana Karenina, por ejemplo”) escribe.”No sé hasta dónde nos podría llevar la perversión de la estadística.” Nuestra pregunta titular se dirige a las dos interpretaciones que se nos antojan más provechosas:
1. Hasta dónde podemos pervertir entre tirios y troyanos la noble disciplina estadística.
2. Hasta dónde llega la estadística, que es una perversión.
En cuanto a esta segunda, de pseudocódigo tan pseudoborgiano, nótese que no se indica de qué es la estadística una perversión, con lo cual se tratará, como no puede ser menos, de una perversión del universo y de todos sus desventurados subconjuntos.
Joan Garí discute acerca de los lectores y su número. Toma unos datos postulados por Philip Roth y se sorprende ante la conclusión que ha de extraer de que “a la vuelta de la esquina en todo el País Valenciano no habría más de ¡dos personas! que supieran de primera mano quien [sic] es el conde Vronski”. Y es que no tiene otro remedio pues según la queja o lamento del autor de The Plot against America, sólo habría 25.000 lectores verdaderos en los Estados Unidos de América, donde por lector se entiende más o menos ser lector de Ana Karenina.
Prudentemente, Joan Garí utiliza la expresión “saber de primera mano”, porque hay gente que ha conocido a muchos rusos de novela por otros caminos. Todo muy interesante, pero demasiado fascinado a la vez por la perversión de la literatura y por la perversión de la regla de tres.
1. Hasta dónde podemos pervertir entre tirios y troyanos la noble disciplina estadística.
2. Hasta dónde llega la estadística, que es una perversión.
En cuanto a esta segunda, de pseudocódigo tan pseudoborgiano, nótese que no se indica de qué es la estadística una perversión, con lo cual se tratará, como no puede ser menos, de una perversión del universo y de todos sus desventurados subconjuntos.
Joan Garí discute acerca de los lectores y su número. Toma unos datos postulados por Philip Roth y se sorprende ante la conclusión que ha de extraer de que “a la vuelta de la esquina en todo el País Valenciano no habría más de ¡dos personas! que supieran de primera mano quien [sic] es el conde Vronski”. Y es que no tiene otro remedio pues según la queja o lamento del autor de The Plot against America, sólo habría 25.000 lectores verdaderos en los Estados Unidos de América, donde por lector se entiende más o menos ser lector de Ana Karenina.
Prudentemente, Joan Garí utiliza la expresión “saber de primera mano”, porque hay gente que ha conocido a muchos rusos de novela por otros caminos. Todo muy interesante, pero demasiado fascinado a la vez por la perversión de la literatura y por la perversión de la regla de tres.
De la influencia del conde en la literatura española, recordaremos unos pocos versos que el lector no dejará de ubicar fácilmente:
1. Échame un ferrocarril /…
2, …la estación de Madrid, / los cuarenta vagones / y el ferrocarril…
3. Dicen que va a poner / ferrocarril en [aquí la población X]… (aunque me espine la mano, obviamente)
1. Échame un ferrocarril /…
2, …la estación de Madrid, / los cuarenta vagones / y el ferrocarril…
3. Dicen que va a poner / ferrocarril en [aquí la población X]… (aunque me espine la mano, obviamente)
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