Si en entregas anteriores se defendió que aparentes contradicciones no lo eran tales o, al menos, admitían una lectura o interpretación que evitaba la contradicción, convendrá recordar una modalidad de contradicción que no es infrecuente. Nos referimos a la contradicción que alimenta la entropía semántica y que se realimenta de ésta. Se guarece más en el abuso del léxico que en la sintaxis de la coordinación y tiene efectos nefastos sobre la propia racionalidad. Se afianza mediante recursos que se pueden utilizar para salvaguardar la verdad de lo dicho desde la interpretación más favorable, al tiempo que se mantiene la connotación retóricamente más eficaz.
Casos bien concocidos de esto último se apoyan en la sinécdoque que sustituye individuo por especie o género bajo la coartada o alibi estilístico de la perífrasis: "banda armada" o "banda terrorista" por ETA.
Otras variantes, ahora de carácter sintáctico, se apoyan en la redundancia condicional expresa de un supuesto que ya ha sido establecido. Tal expresión a lo que sirve es precisamente a negar o desvirtuar ese supuesto sin que el hablante se haga responsable de ello: "si hubiera un requerimiento objetivo y fundado de razones de seguridad para proteger mejor a nuestras tropas".
Cuestión distinta es si es prudente utilizar estos recursos, si es prudente para el mandatario, si lo es para el conjunto de los mandantes.
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