Las reglas y los principios entran en relación curiosa. Sustituyamos el mecanismo del programa, de la rutina, las reglas en fin, por unos principios que nos armen frente a un material determinado. Que armen a una máquina. Los principios sirven para motorizar la ingeniería inversa, pero la cuestión es si le bastan a la máquina. La respuesta depende, claro, de lo que se le pida a la máquina. Sin embargo, el problema no es exclusivo de una o de unas pocas disciplinas, como quizá haga entrever una metáfora que espera al lector en el siguietne párrafo.
No pensamos en el hablante, que se dice, sino en el alumno de análisis sintáctico. Su análisis es la búsqueda de un pozo de potencial, a fuerza de templar la rapsodia verbal que se le enfrenta. Recuerde el lector el amasijo de un párrafo latino. El concepto minimalista de numeración se antojaría surgido de ese aparente caos gramatical. Pero las normas que se enseñan han de ser para máquinas bien alimentadas y bastante listas. Son realmente principios expuesto en clave vagamente probabilista: cómo se suelen disponer los elementos sintácticos, qué se puede esperar, si una simetría por traslación o la quiasmática simetría por reflexión, que puedo saber, cuál es la ley gramatical, cuestión de cogerle el punto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario