viernes, junio 30, 2006

Quimera

Del anacoluto y la amalgama, pasemos a la quimera sintáctica: los adverbios fungiendo de sujeto están ya muy vistos. Imaginemos imperativos en el complemento del nombre, preposiciones que presiden el sintagma verbal, adjetivos que expulsan a sus sustantivos del escenario.
O apuntemos los casos que vayamos encontrando: mañana desde parece buen día de hazlo para apuntar los excesivos.

jueves, junio 29, 2006

Demasiado supieron Deniz en Piera

A César Sánchez

No pudiendo
Ir del zar con Miguel y cegar
Y llegar
Al lago de Baikal
A Madagascar
Car
Llevó la goma chicle.

miércoles, junio 28, 2006

Erdera

La obra poética de Juan Almela -Gerardo Deniz en el verso- editada por el Fondo de Cultura Económica.
Una obra de estancias laberínticas donde uno no sabe si está de visita, si anda apresurado o si se ha detenido, tal vez en la antesala, o tal vez tras un falso muro.
O que incluso sean éstos los que cambian en una arquitectura de metamorfosis inagotable. Un poeta que no se parece a ningún otro, y sobre todo tan distinto de sí mismo. O que no haya entrado y se haya quedado, digamos, en la cabaña de los guardeses.
(Que la analogía la construya, en fin, me haya visto tentado a construirla sobre el teatro de la arquitectura debe de tener alguna razón. Me pasó una vez con Faulkner, pero aquella vez debí de estar incurriendo si no en el plagio, al menos en esa su variedad de dolo de distinta especie que es el lugar común. No sé por qué será, si con Erdera, o en erdera, debería pensar en Inferno: Bidean erdian…, pero si pienso en infiernos pienso en ascensores, tal vez en Lubitsch, y las discretas escaleras frente al continuo movimiento del ascensor. O ahora pienso en “Tom y Jerry” y en las matinales del Atenea, que pudo conocer Ibernia en algunas vacaciones logroñesas. Mejor será no llamar pensar a esto.)

martes, junio 27, 2006

Hipálage

Antes de llegar a la página de los hijos de papá rusos peregrinando a Londres –“la mayoría de ellos”, la de los futuros terroristas– para recibir diabólicos consejos de Carlos Marx, y ello cuando, de haberse puesto en contacto a través de un agujero de gusano con Mariátegui –el lector lo hará simplemente en la página enfrentada del diario El país, en artículo de Eduardo Subirats–, podrían haber recibido fiable información “sobre la comprensión cósmica de la unidad de la persona y la comunidad”, lo que no estaría tan lejos del alma rusa como uno tendería a pensar a simple vista, antes de eso, digo, es un decir, algunas líneas antes de zambullirse en la corrección político-lírica, Monika Zgustova nos ofrece una expresión a recordar y recortar, ella, la traducción, cierta tradición literaria o el mero antojo del lector. Habla de las bombas de los terroristas, de los rusos decimonónicos en particular y dice a propósito del atentado que costó la vida a Alejandro II: “el joven había arrojado un fragmento de segundo demasiado tarde la bomba..”, la que cayó entre los caballos y no acertó con el carruaje.
En otro lugar cualquiera, un “fragmento de segundo” no sería nada, pero en medio de las explosiones, o en medio de la explosión singular del atentado, recibimos una implosión del sentido, tiempo dePlanck notwithstanding para decirlo en erdera. Pero ese convoluto sintáctico parece acompañar a un convoluto semántico o intelectual generalizado en los artículos aludidos. Lástima. Será que hoy no tenemos el día, Razumov.

lunes, junio 26, 2006

Regulae

Las reglas y los principios entran en relación curiosa. Sustituyamos el mecanismo del programa, de la rutina, las reglas en fin, por unos principios que nos armen frente a un material determinado. Que armen a una máquina. Los principios sirven para motorizar la ingeniería inversa, pero la cuestión es si le bastan a la máquina. La respuesta depende, claro, de lo que se le pida a la máquina. Sin embargo, el problema no es exclusivo de una o de unas pocas disciplinas, como quizá haga entrever una metáfora que espera al lector en el siguietne párrafo.
No pensamos en el hablante, que se dice, sino en el alumno de análisis sintáctico. Su análisis es la búsqueda de un pozo de potencial, a fuerza de templar la rapsodia verbal que se le enfrenta. Recuerde el lector el amasijo de un párrafo latino. El concepto minimalista de numeración se antojaría surgido de ese aparente caos gramatical. Pero las normas que se enseñan han de ser para máquinas bien alimentadas y bastante listas. Son realmente principios expuesto en clave vagamente probabilista: cómo se suelen disponer los elementos sintácticos, qué se puede esperar, si una simetría por traslación o la quiasmática simetría por reflexión, que puedo saber, cuál es la ley gramatical, cuestión de cogerle el punto.

domingo, junio 25, 2006

Asignaturas

Nos hemos puesto pedagógicos y nos da por recordar nuestras perplejidades de estudiante. No sólo el latín, claro, no sólo la física y las matemáticas; pero éstas sobresalían entre las que pasaban entre los pupitres sin dejarse arrancar su coraza hermética.
En consecuencia, se nos ofrecían reglas que venían a solucionar problemas o situaciones que se habían de tipificar previamente, generalmente por signos lingüísticos bastantes oblicuos o accidentales.
Pero la comprensión no sería nada mágico, ni metafísico, ni hermenéutico, ni empático, ni trascendente. Si damos un criterio de demarcación, que no una definición, comprender se distinguiría por la capacidad de justificar o valorar cualquiera de los posibles algoritmos. Lo que se necesita para eso.
El enojo del profesor que, tras haber fracasado en la explicación de la física, veía que sus alumnos eran incluso incapaces de solucionar el problema que él había resuelto tantas veces en la pizarra era un pequeño escándalo. El había tenido que renunciar a su misión, pero no apreciaba que los alumnos sí podían percibir que aquel mecanismo (por ejemplo, dividir la diferencia de potencial siempre por la resistencia, magnitudes que se reconocían por las cercanas y respectivas ocurrencias de las palabras "voltios" y "ohmios") no era lo que su profesor tenía que enseñarles.
(Después vino la llamada Selectividad, con lo que los mecanismos y los automatismos acabaron por emponzoñar cursos enteros, mientras generaciones pedían a sus profesores aun más y más esquemáticos recetarios.)

sábado, junio 24, 2006

Nempe

Aunque el diccionario escolar aportaba soluciones que hacían más con la fraseología a la que veníamos acostumbrados, el glosario de la gramática o método ofrecía un “a saber” que habíamos concluido que era una simple burla de nuestros esfuerzos infructuosos (por lo que la común y visitada indiferencia era una actitud o respuesta más económica) o, en el mejor de los casos, quizá una descripción de nuestros habituales estupor y perplejidad ante la traducción latina.
Muchos años después, constato que yo no he logrado aprender latín, declaración subalterna de la que constata que nada o muy poco he logrado aprender. Por eso mismo, en esta tarde de lluvia apesadumbrada doy en recordar un fragmento de Cecil Prohl que debe de tener que ver con esto y que encuentro subrayado no sé de qué mano ni con que intención:

”Por eso es lícito reírse de los psicólogos y de quienes intentan dar reglas. Aprendemos por la repetición y la costumbre opaca, más efectiva que el principio o la ley comprimidos en un simple lema que da la sensación de haber sido extraído de un reloj de sol. Un día nos sorprende nuestra pericia, que ha llegado no sabemos de dónde ni por qué caminos."
Cecil Prohl, Beiträge zu einer wissenchaftlichen Kritik, Münster, 1974.

viernes, junio 23, 2006

Rareza

Las palabras raras, las más raras son las que no aparecen nunca. Cómo podremos estimar las palabras que no aparecen en un texto o en un corpus. Las palabras inglesas que Shakespeare no utilizó no son todas las palabras inglesas que no usó, sino sólo algunas, las que pudo haber usado, las que estuvo a punto de usar, las que rozan tal vez las sombras de algún manuscrito de atribución dudosa o una edición que nos regala una desviación como una variante con pepinillo.
Porque las palabras que el autor nunca usó, esas verdaderas palabras que nunca usó, nos lo definen y nos lo encuadran. O las que palabras que, digamos, Shakespeare fue el único dramaturgo isabelino que no escribió, dicho sea por encuadrar esta empresa.
El núcleo de las palabras que no se leen en sus páginas, o que se leen porque su ausencia las hace resplandecientes. Porque las evitó, porque nos dicen tanto de su no autor, porque borrarían tantos reglones eruditos y tantas concordancias recibirían su contramolde. Aunque, claro, el de Shakespeare es un mal ejemplo para esto. Y además esas no palabras siempre se podrían acabar por adjudicar a otro no autor que un iluminado desvelará con furia ciega y -el caso es único- duradera.

jueves, junio 22, 2006

Speedy Swine

Las palabras que la rima u otros compromisos formales aproximan erigen monumentos de un inesperado bronce semántico. Las vecindades sintácticas sólo las toleramos a un precio de sentido que ciertamente no nos exige demasiado esfuerzo. Otra cosa es que siempre nos quedemos contentos. ¿Es el lector más fiel de poesía el memorista más hábil (¿encontraremos alguna correlación?) o acaba ineluctablemente por disolver los lazos semánticos en la esquemática música de la aliteración, de la rima? Los colores de las palabras, la claridad de los sintagmas, una estrofa que es un claro del bosque en que los rayos del sol hacen crecer la hierba hasta las rodillas. Pero…

miércoles, junio 21, 2006

Sustancia

Si toda predicación se ha de dar de una entidad que debe tener una compacidad tal que de ella puedan darse unas coordenadas espaciotemporales (no es un universal, sino un individuo), entonces no podremos decir nada nunca. Las referencias espaciotemporales no son la sustancia. Ahora bien, un individuo no precisa esto tampoco, aunque seamos capaces por metonimia de llegar a un referente fisicalista, a un cuerpo por decirlo del todo.
Pero si sólo pudieramos predicar de los individuos, no llegaríamos muy lejos salvo con las trampas habituales, porque muchas predicaciones son posibles sólo sobre la combinación de predicaciones previas, lo cual no es sólo cuestión de lógica de segundo orden; es una cuestión ontológica, pero la combinatoria aludida fija nuevas coordenadas en un espacio nuevo. Ahora bien, esto no significa que los individuos en el sentido habitual del término sean los garantes últimos de todo proceso lógico u ontológico. Más bien, lo que vemos son dos momentos indispensables en todo desarrollo: la inclusión de una parte en una totalidad distributiva y la construcción de esa parte como un todo atributivo, y no otra cosa es un individuo. Pero ese nuevo espacio de todos y partes es un espacio que no requiere corporeidad.
Y sin contar con que la corporeidad puede ser plural: ¿acaso un hormiguero no es corpóreo? ¿No podemos decir cuánto pesa y, más o menos, hasta donde se extiende?

De John Fish Oannes, The Mereologic Tavern: Recent Trends in Continental Philosophy, YUP, 1996,

martes, junio 20, 2006

Dos por uno

¿Indiscernibles?

El individualismo petardológico

Es una perdida de tiempo seguir hablando de España. España no existe. Esto son nombres; de universales y los universales no existen. Los colectivos no existen, son nombres. España no existe, Cataluña no existe, Euskadi no existe.

O algo así, recogido de una radio que entrevista a un conocido profesor. Seguramente, el liberalismo no debería descender a filosofías tan atróficas, pero los liberales son unos más iguales que otros. Los que parecen sostener y dicen estas cosas forman un colectivo. Los colectivos no existen, por tanto si alguien pertenece a tal colectivo, pertenece a un colectivo inexistente, valga la redundancia. Los universales, que son otra cosa, tampoco existen por lo visto. Los colectivos de células no existen, y además célula es un universal. Estas derivas austriaco-peruanas del nominalismo si son algo son sólo el más irracional de los idealismos: Miseria filosófica en busca de conciencias más bien incorpóreas que son los garantes únicos y últimos de un individualismo petardológico, individualismo innecesario a todos los efectos –y además ilusorio– que se disuelve como un azucarillo en el agua. Como no digo qué azucarillo, el símil no existe. Y en cuanto al agua, qué agua digo. Se lo preguntaremos a Quine o a cualquier otro filosofo que propenda al nominalismo. Igual todos nos dan la misma respuesta, deshonesta como una proposición o deshonesta como una sentencia ocurrente.

El individualismo petardológico

Es una perdida de tiempo seguir hablando de España. España no existe. Esto son nombres; de universales y los universales no existen. Los colectivos no existen, son nombres. España no existe, Cataluña no existe, Euskadi no existe.

O algo así, recogido de una radio que entrevista a un conocido profesor. Seguramente, el liberalismo no debería descender a filosofías tan atróficas, pero los liberales son unos más iguales que otros. Los que parecen sostener y dicen estas cosas forman un colectivo. Los colectivos no existen, por tanto si alguien pertenece a tal colectivo, pertenece a un colectivo inexistente, valga la redundancia. Los universales, que son otra cosa, tampoco existen por lo visto. Los colectivos de células no existen, y además célula es un universal. Estas derivas austriaco-peruanas del nominalismo si son algo son sólo el más irracional de los idealismos: Miseria filosófica en busca de conciencias más bien incorpóreas que son los garantes únicos y últimos de un individualismo petardológico, individualismo innecesario a todos los efectos –y además ilusorio– que se disuelve como un azucarillo en el agua. Como no digo qué azucarillo, el símil no existe. Y en cuanto al agua, qué agua digo. Se lo preguntaremos a Quine o a cualquier otro filosofo que propenda al nominalismo. Igual todos nos dan la misma respuesta, deshonesta como una proposición o deshonesta como una sentencia ocurrente.

lunes, junio 19, 2006

Nihil volitum quin praecognitum

Conocer. Queremos decir algo y no sabemos qué es. Supongamos que verdaderamente no lo queremos, pues ni lo sabemos ni ha sido dicho. O quiero una variable que se ha de concretar. Llego a saber qué quiero por anamnesis, porque así lo construyo. La voluntad como fuente de la filosofía de Platón. Recordamos lo que queremos, pero que no sabemos aún lo que es.
O la voluntad es el resultado de desajustes de nuestro saber. Pero quién sabe.
Vamos a pensárnoslo en detalle.

domingo, junio 18, 2006

Aura seminalis

Si se nos permite, no sólo hay expresiones fuertes, pregnantes, sino también palabras fuertes, pregnantes, que comunican su energía a un discurso o a una en otro caso modesta frase. O incluso comunican toda su forma final y global a una intervención que se hubiera quedado desganada o raquítica, lacia, reseca.
Una idea, como se ve, que puede dar lugar a una teoría absurda enjaretada al modo de antiguas teorías de la forma. Pero si comenzamos por decir que la fuerza de esas palabras es su aura seminalis, seremos, al modo del publicitario, contrabandistas de un ejemplo autonímico, que quizá retrase la inminentísima ruina -la ruina preformada ab origine- del aborto de teoría al que apuntábamos.

sábado, junio 17, 2006

De propaganda littera

Aunque estamos a días de la publicación oficial, invitamos a nuestros lectores a pasar la vista por los primeros pliegos, todavía con olor a tinta virtual, de la revista Tarjeta de visita.
No todos los enlaces funcionan aún, o sea que nadie se asuste.
Invitamos también a los más audaces a colaborar en la misma. Audaces musque calamusque iuvant.

Listas matriciales

Gallego, Saura, Alonso,…; Genghini, Tigana, Larios, …; Toninho Cerezo, Eder, … o bien “Salté, corrí, brinqué; me detuve, recuperé aliento, lo consideré; repetí, subí, bajé; en todas partes dejé…”
El punto y coma nos separa o jerarquiza listas aunque no es necesario. A veces el asunto es no sólo sutil sino sublime. Por ejemplo en:

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;
no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho ofendido receloso;
huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;
creer que el cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño,
esto es amor: quien lo probó lo sabe.


O es según aquel modo de lo sublime que es lo enorme, por ejemplo, en:

Tú, yo,
la luna, el sol.
Ella, él,
la rosa, el clavel.
Primavera, la espera.
Verano, la mano.
Otoño, un retoño.
Invierno, un infierno.
Eso es el amor.
Sí señor.

Dame un beso,
ay dame un beso.
Dame un beso,
sí, sí, sí, sí, sí, sí....

Dámelo por favor,
sí señor.

Nos encontramos con listas que no son tan lineales como pareciera. Así, Pepe Iglesias nos ofrece una de las temibles y terribles listas cíclicas que nos pueden amedrentar de cuando en cuando. En cuanto al suave Lope, observemos cómo los estados o los objetos se van modulando por los verbos interpuestos, aunque también es cierto que el verbo "estar" del primer verso es bastante poco comprometido a estos efectos. No obstante, hasta el "no hallar" del quinto verso, la serie de adjetivos se puede subdividir en series que a su vez forman parejas antitéticas. Antítesis que el Zorro de los Ingenios también incluye en su inmortal canción.
Visite el lector los Poemas de los dones y ejercítese. La música verbal del inglés, la música verbal del alemán, los bobos, los panolis, los gilipollas.

viernes, junio 16, 2006

Quiasmo

El vino que tiene Asunción, Asunción la que tiene el vino. Un quiasmo que respeta las funciones gramaticales, no converso, poco dialéctico. La asunción del vino y el vino de la asunción, todo más fácil aquí, pero sin verbo.
El quiasmo es una pila y no una cola, es LIFO y no FIFO. Una cola de quiasmos y los quiasmos de la cola. La llegada del último y el último de la llegada, pero cómo cambia en el último de los primeros y el primero de los últimos. Recuerde el lector los ejemplos de Uriagereka: A big small dinosaur, a big small dinosaur, pero el último mago y el primer científico, que era el mismo.
Probemos con los vinos de Icod e Icod de los Vinos, mera guía enológica. ¿Y la ascensión al Teide y el Teide de la Ascensión, ese jueves de mayo? No hay ya quiasmos como los de antes, como los de Mordecai, tan umstulpungisch, palabra que no venía existiendo. ¿Y las dos alas del quiasmo asimiladas a juicios categóricos y téticos, respectively?: Pongamos el ascensorista baja y la baja del ascensorista, que no excluye tal vez el zeugma, tal vez la silepsis.
No permanecerá inadvertido al lector que con el asunto del quiasmo, nos ponemos anagógicos. Siempre en lo más alto, que ya habrá tiempo de dársela.

jueves, junio 15, 2006

Etología celular

Nos acercamos con los móviles. Los gestos con los que nos saluda el apenas conocido -está en mitad de la calle ocupado en una agitada discusión con otro portador de teléfono móvil- son de una familiaridad extraordinaria, no exenta de complicidad o de excusa. Nunca tal persona nos habría regalado con tan agradable confianza, ni ofrecido tan sutil muestra de camaradería, nunca nos habría facilitado el símbolo secreto de reconocimiento entre los de la fraternidad.
Así también el aparte vocal que a veces se añade: estoy contigo, no con éste del otro lado de las ondas. No hay todavía pedradas por teléfono.

miércoles, junio 14, 2006

Espacio de las retóricas

El acontecimiento, que resulta del vencimiento hacia un lado de una bifurcación anunciada, da lugar también a un espacio de posiciones retóricas previamente definidas según las adecuadas dimensiones. Sólo asistimos a su despliegue. Rara vez nos sorprende un nuevo eje, o un hiperplano que nos saja por donde no esperábamos. Todo lo que decimos encuentra su lugar en esas coordenadas con la infamante marca del déjà vu o el déjà ouï.
No sólo los comentaristas deportivos. De te fabula narratur.

martes, junio 13, 2006

Palabras de amor

Las palabras de amor se tasan en un mercado bien definido y, como es sabido, las palabras de amor cuentan distinto si las dice Agamenón o si las dice cualquier otro.
También está quien las escucha y, desde luego, quien se las escucha decir: “regalo mi oreja sabia desde mi boca de oro.”
La fórmula que recordamos de Zorrilla (¿No es verdad [o no es cierto] … y aquí la proposición consiguiente, tal vez tras un vocativo de alta escatología) suena desde luego a interrogación retórica. Imaginemos a una doña Inés más bragada –la que se impondrá a huesas y demonios–, esto es, más enérgica, que negase alguno de los extremos del discurso de don Juan. Imaginémoslo de una doña Inés talmente enamorada, pero quizá sólo un poco más burguesa o más sensatamente enamorada. Inés niega, pero añade que los accidentes atmosférico-ribereños-florales de las redondillas del burlador son irrelevantes. O que su impacto en su fisiología no hace al caso,e imaginemos también que lo diga sin dejar de alabar la pequeña elegancia o la macarrada suprema de situarse a un lado del proceso en cuanto a la virtus erotica: "Y estas palabras que están /filtrando insensiblemente / tu corazón, ya pendiente / de los labios de don Juan, / y cuyas ideas van / inflamando en su interior / un fuego germinador / no encendido todavía"
O que señalase incluso que desdicen de lo que debiera ser un lenguaje al que ella siempre estaría atenta, pero que debe alcanzar ciertas calidades que no tienen que ver con el brillo de la Luna. O que quizá, más bien, sólo acompañan o son concomitantes o causantes de una prestancia masculina muy adecuada a la situación, es decir, que esas palabras actúan directamente sólo sobre su decidor. En cualquier caso, no son las palabras, concluimos.
O imaginemos a un infeliz, o no tanto, que utiliza los versos de Zorrilla para digamos enamorar a una incauta, o que no lo es tanto. Pero las palabras de amor, en fin, no lo son por su textura o sus harmonías, dirá alguno, sino por el suelo en el que caen y por quien las recoge. Por eso, las verdaderas palabras de amor deben ser falsas y deben ser frívolas. Eso exige el arte. Lo exige sobre todo del público, de los públicos como Dios manda.

lunes, junio 12, 2006

El alemán sin esfuerzo

Ignoramos si el viejo lema se mantiene. Ignoramos también si en los apartes, a altas horas de la noche, ven que te voy a enseñar un corazón, los promotores del método, sus vendedores o sus viajantes hacían confesiones de compromiso, de consenso: que si se trata de que el esfuerzo no se note, que se trata de no malgastar energías, quién sabe qué otra majaderías.
Compárese en cualquier caso el esfuerzo de manejarse con discos de vinilo (1) al breve de moverse con los materiales del ordenador: seguramente el esfuerzo del picú o pick-up no contaba. Un picú no estaba al alcance de cualquiera.
Ahora bien, el esfuerzo es ineludible. Para algunos, los de cierto intervalo generacional y geográfico, el pick-up fue durante años de nuestra infancia el tocadiscos. Ya desterrada, oímos la palabra “picú”, y la oímos así escrita con la marca de una antigüedad que convertía a Edison en un niño de pecho, a Charles Cros ("Mais Chance, dis-moi donc de quel nom tu te nommes ?") en un mozalbete. Tiempo nos costó descubrir el sandwich o emparedado entre picú y pick-up, y esfuerzo.
En cuanto al alemán, ya se sabe que es imposible, palabra que posiblemente no existe en no sé qué lengua. Recordemos también otro hermoso título: El imposible vencido: Arte de la lengua bascongada, que tuvo a bien dar a la imprenta el Padre Larramendi. Sin despeinarse.
(1) Aunque: "Los discos no son indispensables pare el estudio de "El Alemán sin esfuerzo" pues la pronunciación viene indicada hasta el fin del libro. Pero cuando se han oído una vez, ya no puede uno prescindir de ellos..." Tomamos esto de un libro de Assimil, impreso en París, en el año de Nuetro Señor de 1956.

domingo, junio 11, 2006

Inscripcionalismo

La playa y su filosofía inscripcionalista; la arena muy húmeda, deleitable con los dedos de los pies. Así, la prueba de la eternidad pasada la hora de la siesta o casi cuando el aire cambia es lo poco que dura nuestra escritura al barrer de las olas. Las horas se suceden con el ritmo desigual del agua y su vocación es convencernos de un retorno. Los verbos se aclimatan al sol vigilante o esperan a la luna llena y su estela en escuadra. De Algeciras a Estambul.

sábado, junio 10, 2006

Sustantivo positivo

Calificar es un juguete curioso. El adjetivo nos dice posibles verdades, objetivas, neutras: “El cielo es azul”. Con los sustantivos se da una cierta desviación: “Es un estadista”, “parecía un piloto”. En cualquier caso, él es un estadista o el otro parece un piloto. El juego del elogio supone además muchos presupuestos que pueden aclararse o no. Que sea bueno ser un estadista, o que sea mejor que ser, pongamos, un hombre de o del partido, pues será el caso. Que parecer un piloto sea la suprema cota de lo cabal náutico, pues será. Conrad, por cierto, añadía algún comentario, aunque no tanto por vía de la inefabilidad, de las unspeakable qualities, como por la de añadir el marco de referencia desde el que se califica: “He resembled a pilot, which to a seaman is trustworthiness personified.”
Es un borracho, es una folkórica (imagínese dicho de un varón), es un músico de estudio. Para nosotros, es algo personificado, seguro, pero no sabemos qué.

viernes, junio 09, 2006

La utopía bilingüe

Nótese cómo expresiones como las del título entrañan una curiosa dialéctica entre sustantivo y adjetivo: ¿de las utopías hay una que es bilingüe y a la que ahora nos referimos? ¿O es más bien que el bilingüismo de un individuo o de una sociedad es algo utópico?
El término “utopía” está verdaderamente dotado para estas contaminaciones adjetivas, pero no es el único. De hecho, sucede lo mismo con la tan comentada expresión “realidad nacional”, o incluso y de manera intensa con el ya tradicional “hecho diferencial”.
Para los de cierta edad, este lenguaje es pura jerga de plan de desarrollo, titular de prensa de los primeros setenta: que si López por lo Rodó, o si Rodó por lo López. Me refiero a las dos últimas expresiones; lo de la utopía bilingüe suena a sociolingüista y por ahí sí que no paso.

jueves, junio 08, 2006

L'architexte et la pamplemousse

Se recurre a veces expresivamente a fraseologías que connotan alguna calidad, más bien despreciable se supone, de tono preciosista, hiperornado y se teme que con seguridad engañoso, inútil, aquejado de todos los males de la afectación.
Sin embargo, esas expresiones se han de destacar en su contexto de lenguaje funcional, utilitario, sobrio, no carente de la fría belleza de la grifería moderna. Pero son también el grifo del agua caliente del discurso que las incluye. Se citan, pero no caracterizan, ni siquiera en la parodia, a ese discurso.
Esas expresiones se hallan señaladas y portan un estigma de morfología o ubicación sutil al que no condenaríamos ni al más cóncavo de los solecismos.
Todo esto cuando nos ponemos adolflooshablantes. E incluso entonces se nos escapan los eufuismos como tenues suspiros de jugador de fútbol de tercera división (que pudo decir Umbral).

miércoles, junio 07, 2006

General Dynamics

“Para no interrumpir la dinámica de las clases, se ruega que, si desean hablar con los profesores, concierten una cita, etc., etc.”
Comenzamos otra vez: “Para no interrumpir las clases, etc., etc.” Ahora bien, todos coincidiremos en que no es lo mismo interrumpir la dinámica de las clases que interrumpir las meras clases. El prestigio de las expresiones, un majestuoso significado gaseoso que las acompaña y les abre paso, o les abre paso y les acompaña, por ese orden, es uno de los componentes más extraordinarios no del lenguaje sino del pensamiento. ¿Qué sería el pensamiento sin esos gases rarefactados pero extraordinariamente influyentes? Pues algo así como los Principia Matemática o algunas otras lecturas veraniegas que ya habrá disfrutado el lector y cuya mención explícita me ahorro.
Por eso, la denuncia generalmente autosatisfecha de la redundancia marra el blanco con estrépito y por mucho. Lo que importa es precisamente la redundancia, es decir, si se busca o necesita una redundancia –o la redundancia, así en general–, la redundancia no podrá ser redundante. Al menos, hasta que los fragmentos de discurso se repliquen por millones con la polimerasa de la microimitación. Que las clases se interrumpan más o menos con la inclusión de la cadena “la dinámica de” es algo que dejamos al empírico, y que compruebe de paso la eficacia performativa de lo mayestático.
Aunque también están los que pueden empeñar un gesto y una dicción dignas en explicar que efectivamente la dinámica de las clases como objeto susceptible de interrupción se trata de algo muy diferente de una clase, que es cosa de maestros o profesores. Para las sutilezas, vienen los pedagogos.

martes, junio 06, 2006

Mapas arrugados

El escéptico en su variante machista tiende a conceder virtudes mágicas a la sustancia; por eso desconfía y le busca alguna denominación sustitutoria. Su sustancia son los corchetes que encierran una rapsodia de rasgos o fenómenos. En general, si el escéptico no es cuidadoso se enfrenta a aporías prestas a saltar a su encuentro. Todo acaba siendo mapas, pero los mapas no pueden aspirar a representar una comarca.
También se da el acabar más pronto que tarde concediendo todo lo que se negaba. Que el país cambie no significa que el mapa, por más que los mapas sean de natural tirando a reluctante, deje de valer automáticamente o que no valga o haya valido nunca. Por eso, en materia de lenguaje el escepticismo es mala cosa. Quien nos pretende convencer de su escepticismo o sólo mostrárnoslo pretende también que sabe y que sabemos de qué está hablando.
Y si dice “hablamos, pero ¡ay! de la idea de lenguaje”, habla como si la crítica de las ideas fuera sólo una liberación de falsos ídolos. Que serán falsos, pero que disfrutan de un monopolio inevitable.

lunes, junio 05, 2006

Anotaciones al mapa de las palabras

Para el lenguaje, la del mapa es metáfora simplificadora. Se introduce para sugerir que la relación semántica mapa-territorio se sustituye por una entre los elementos diversos del mapa, relación que debiera ser sintáctica, pero que se toma como semántica. Algo así como la tesis de Firth (“You shall know a word by the company it keeps”) entendida a nuestra manera de que el significado de una palabra son sus palabras -suponemos que sobre todo sintagmáticamente- estadísticamente cercanas.
Pero es también, como todas, metáfora engañosa. Lo que se suele olvidar es que no necesitamos que el lenguaje sea un mapa de toda realidad: no hace falta que sea un atlas; funcionamos a base de mapitas que no se integran en un atlas coherente. Por otro lado tampoco hay una realidad total de la que pueda haber un atlas.
Ahora bien, que podamos hablar de todo acaba resultando sorprendente. Algo que sólo encaja si consideramos que para decir cualquier cosa hace falta saber hablar y saber alguna otra cosa, que la semántica es cuestión también de saber de qué se está hablando.

domingo, junio 04, 2006

Migraña

Grecismos tan aclimitados que no ostentan la majestad de sus primos neológicos, por sus años en el latín o por lo que sea.
La etimología y su determinismo, lexicográfico o patológico. Una ciencia que no procura dolores de cabeza. Alguna conversación levemente enojosa, una batalla contra convicciones y evidencias.

sábado, junio 03, 2006

Gótico tautegórico

No podrá el pop alemán que nos despierta, ni en sus momentos más inspirados ("Und frag mich, was ist los mit dir"), acabar con la infinitud del adjetivo que es sólo un esdrújulo en español, dos troqueos en inglés (1) y una promesa en la lengua de Schelling: la inmensidad en fotocopia de ver, en letra gótica, el infatuado vocablo tautegorisch.
(1) O un troqueo y un dáctilo: Un dáctilo y un troqueo son un dáctilo y dos troqueos. También Ángela me despierta: "Conmigo qué va a pasar... Y es que me paso el día de juerga, toda la noche sin descansar".

viernes, junio 02, 2006

As you like it

El lenguaje jurídico y sus crecientes laberintos botánicos. Su incongruencia con los resúmenes periodísticos, fértiles en errores. Pero fijémonos en una expresión más bien breve: "siempre que quiera, previo acuerdo".
No queda claro, si tal cosa se escribió en un convenio de separación, en una sentencia de hace tiempo que pretendía interpretarlo, o en un auto más reciente. En cualquier caso, la respuesta canónica en español ha de ser:"¿En qué quedamos?"
El "previo acuerdo" parece referirse a cada objeto del querer (las visitas a un perro, en este caso), no al establecimiento de un régimen. Se entendería que cuando se quiere o cada vez que se quiere, se llama para ver si se puede. Si entendemos que el acuerdo es previo y general, la expresión es contradictoria. Si el acuerdo ha de serlo para cada ocasión, puede ser lo mismo que decir "nunca" o negar el derecho de una parte y la obligación de la otra. Queda quedar, el "en qué quedamos", porque o se ha negado o no se ha acordado nada. Y es que tal es la máquina del lenguaje formulaico, máquina traicionera.
Por otro lado, parece que los juristas no pueden o no deben, como pueden y hasta deben los filósofos (recuérdese el Parménides), dedicarse a las cosas nimias o de poco valor. Pero si esto es un argumento jurídico, seguramente todos los razonamientos jurídicos deberán llevar una marca que señale su separación de otras razones, su propensión a poner la lógica después de las decisiones, los intereses; las formas que disfrazan los contornos intocados de la materia del conflicto.

jueves, junio 01, 2006

Suerte de adverbio la mía

Panta rei. Algo de lo que decimos que es "bastante líquido" es menos líquido que algo de los que decimos que es "líquido". También es verdad que algo "bastante líquido" puede ser algo "no lo bastante líquido": Bastante como bastar tiene dos argumentos.
En casos como el primero, no se le ocultará al lector que la citada expresión se dice de algo que no es discretamente líquido. Un adjetivo, o un sustantivo, a veces se usa con una semántica polar, discreta, como decimos, y a veces de forma gradual o continua.
Para una teoría del espiritismo, tiene interés consignar que son frecuentes y fácilmente interpretables en cada situación las expresiones "bastante líquido" y "bastante sólido". En cambio nuestras manos secularmente han tenido problemas con los gases: "bastante gaseoso" es infrecuente y resulta difícil dar con una situación en que aparezca y en que se la interprete: Casí es más fácil darle una interpretación oblicua que una recta.
Es posible, incluso, que el espiritismo acabe con el lenguaje, algo que comenzaría con los adverbios: los ectoplasmas decimonónicos eran bastante reales para algunos, incluso para algunos que les negarían la realidad sin más. Boyle, Mariotte, pedidle cuentas a las hermanas Fox. Las palabras, hasta las pronunciadas con helio.